lunes, 9 de mayo de 2011

Carta a Julieta

"Impulsiva cien por ciento, cuando te enojás te ponés a llorar histéricamente y no escuchas a nada y a nadie. Bien insoportable es caminar al lado tuyo por la calle, cada vez que hay un nene pidiendo monedas en alguna esquina, tenés la necesidad de darle cariño, lo abrazás y lo invitas a comer, vaya a saber si es porque no te lo dieron de chica o qué. Discutis con gracia y seriedad, amás más a tus ideales que a vos misma, supongo que es el precio de ser tan inteligente. Mirás con desconfianza a todo lo que te rodea, tu postura análitica es bien característica tuya, te cuesta perdonar a quién te desgarra o a quien te saca la libertad, que es para vos lo mismo. Posición extremista, claro, pero con esa vara también te juzgas a vos misma. Apasionada y hermosa, terriblemente jodida cuando querés, salís corriendo cuando sentis que los compromisos te ahogan. Tenés ese sentimiento humanitario de ayudar a todos y a todo. Pero cuando se trata de tu dolor, te ocultas en ese personaje histriónico, que hace sonreir al resto, tan absurdo y gracioso. En el fondo, detrás de toda extroversión y ese sarcasmo que mostrás, hay una romántica empedernida que cree en el amor, y que se juega sin pensar jamás en las consecuencias prácticas.
Sos bien rara, Julieta.
Y aún así, sos la mujer más maravillosa que conozco".

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