jueves, 29 de mayo de 2014

Mamá

Esta es mi ultima carta. Como no soy demasiado buena en las despedidas, prometo ser breve, clara y otras cualidades más que no sé cumplir.
Quiero que entiendas por qué me alejé de vos estos últimos años. Verás, el tiempo siempre me resultó una construcción demasiado ajena. Tus internaciones pasaron de ser pocas a  muchas, y yo, en cada una de ellas, te desconocía un poco. Tomé entonces, casi sin saberlo, la prudencia suficiente para dejar de entrever que esa mujer me había criado eras todavía vos.  Me pregunto si lo pudiste captar, si acaso pudiste ver que detrás de esa distancia que yo había tontamente instalado había una nena con miedo de verte morir.  Nunca dijiste nada al respecto y conociéndote, no lo hubieras hecho de todas formas. 
Pero Ojazos, yo siempre supe quién eras. Vos, la que te habías ido del campo a la ciudad solita, que trabajabas y tenias tu propio dinero en un contexto sociocultural donde las mujeres debían ser señoritas, dependientes y otras cosas absurdas. Vos, una rebelde insufrible, discutidora e independiente, no se si alguna vez lo entendiste, pero eras hermosa. Siempre lo fuiste, incluso antes de que yo existiera.  María, vos dejaste una marca de libertad y de expansión, marca que yo sostengo en mis discursos, en mi arte. Esa marca fue precisamente la que me hizo querer viajar por el mundo. Me acuerdo cuando te lo confesé, te dije que tenía planes secretos de viajar lejos, y tu respuesta me generó un vació, silenciaste mis deseos con una mueca muy tuya, de esas que hacías cuando quejabas. Me hiciste enojar Ojazos, no entendí porque vos, justamente vos, no lo entendías. Ahora, puedo volver y revolver el recuerdo hasta comprender un poco más;  tenías miedo de que me fuera para siempre, que nuestros caminos no volvieran a cruzarse. Pero para alivio de las dos, resultó que no soy demasiado buena ni de los para siempre ni de los nunca más.  El último día antes de mi vuelo,  me lo confesaste, ya no sé si nos vamos a volver a ver, Julieta. Yo te prometí que iba a volver.  Acaso en esa promesa te volví a reconocer un poco. Y qué paradoja y qué mierda, ahora me da hasta gracia Ojazos, nos reconocí cuando me estaba yendo.
Volver a la Argentina no fue nada fácil,  pero supe que era necesario, me contaron que durante mi ausencia te habían internado varias veces, que tenias miedo de morirte, que lo único que preguntabas era cómo estaba Julieta, dónde estaba. Me dijeron que no me asuste, que no eras la misma. Es cierto que cuando te ví, noté más marcas en tu piel, los ojos un poco perdidos. Pero estabas más hermosa que nunca, como siempre. A vos también te emocionó verme, me acuerdo que intentaste tocarme pero el temblor de las manos te lo impidió. Quisiste hablar y no pudiste, pero seguiste intentando y eso es lo que siempre admiré de vos, nunca te rendías. Después de varios intentos hablaste; vos sabés que ya no cordino bien pero te quiero mucho. Entonces te abracé y me puse a llorar. No Julieta ¿por qué lloras? sonreí, dijiste. Vos no lo sabés, pero yo nunca fui tan fuerte Ojazos.

La semana pasada volviste al hospital.
Supe que ya no ibas a estar mucho más tiempo al lado mío.  Ayer fue el último día. Te vi flaca, frágil.  Querías hablar y no podías, te perdías en los balbuceos. Mirabas al vacio, Ojazos, mirabas algo que yo no podía ver.  Yo lo supe ahí, nos estabamos despidiendo.  Te dije que te amaba, lo quisiste responder pero no lo pudiste, hubo un movimiento en tu boca y una continua frustración no poder responder, qué importa, yo ya lo sabía Ojazos, yo vi que querías decirme que también me amabas, yo lo sé, yo siempre lo supe.
Entonces, cuando ninguna palabra podría haberte traído de vuelta, hablaste, tus palabras fueron claras: hasta mañana si Dios quiere.

Hasta mañana, Ojazos, hasta mañana.

1 comentario:

  1. Duele la belleza de tus letras, de la historia que relatan. Emocionan, trasmiten tantas cosas... me queda solo un abrazo para mandarte, uno muy fuerte... hoy no tengo más palabras mágicas...

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