domingo, 2 de septiembre de 2012

Absurdah.



En nuestro imaginario consideramos las crisis como absurdas, la pérdida del órden y la seguridad. Pero fíjate bien: el absurdo es el absurdo escondido.Yo veo el absurdo en los lugares más simples y quizá más clisés. Lo veo en esta realidad que nos gusta consensuar y sentirnos parte, lo veo en el subte, en el asiento de adelante del colectivo. La gente vive el absurdo sin darse cuenta de ello. Aplaudimos a la calma y a la gente razonable. Yo me los cruzo en las escaleras de la facultad, hablan de la psique, Edipo está colgado en las espaldas de cualquiera, ojo que incluso puede ser la tuya, la mía y la de él. Creen que el hippismo es escuchar onda vaga o nonpa y se consideran literatos por haber leido Cronopios: jamás una Sontag o un Válery. Ni hablar de Deleuze ni de Borges. Todo el resto ya lo sabés: sos perverso o neurótico o psicótico. Las etiquetas inundaron el mundo o les inundaron la cabeza, che.

 Al otro grupo los conocí de cerca hace un par de años y casi me caigo de culo cuando los escuché hablar. Son defensores de la salud y del hospital: usan ambo de color blaquito o celeste, (como el color del cielo, le escuché decir a una alguna vez y casi le vomito encima). Se juntan en los hospitales para determinar queenfermedadparaquien. Creen que son mejores tipos por decirle al otro it en nunc que está enfermo, tome esto y se siente mejor, pum.  Yo los vi de cerca. No aceptarían una crisis ni aunque estuvieran de moda, son metódicos y ordenados, a guardar cada cosa en su lugar, sin romper que mañana hay que volver. Porque si, creeme que siempre vuelven. Y curiosamente, eso no les parece absurdo. Hace diez años que saben lo que van a estudiar, diez años creyendo y diseñando una especie de linea, una estructura que no vayas a cambiar un elemento porque enchastras todo. A eso le llaman vida. No entienden (ni siquiera intentes explicárselo) que hay un punto que dos mas dos es cuatro porque si y que también podría ser un cinco al revés o un ocho horizontal, que es infinito. Toman un libro de etiquetas médicas y les gusta leerlas en voz alta porque si eso dice, es así, y listo. La realidad es la dada nomas, sin cuestión, sin comprender que la verdad también es una ficción.
Sus no crisis, su pequeño mundo ordenado; ese es el absurdo disimulado, viejo. Agarran un café a las ocho de la mañana (ocho vertical, claro), y saben que mañana lo volverán a hacer, que dentro de uno o tres o diez o mil viernes van a hacer lo mismo, lo mismo y lo mismo, y el café tiene que ir siempre con el diario o con el noticiero de la mañana. Y yo te lo digo bien clarito, son a eso los enfermos saludables a los que hay que verdaderamente temer. No cuestionan, no crisis, no nada. Yo los vi de cerca, te digo. Y si eso no es absurdo, no sé qué carajo es. 

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