viernes, 31 de agosto de 2012

Una tal Julieta.

–¿Dónde está Julieta?
–Acá. 
–No, esta no es mi Julieta. Decile que la extraño. 


La busqué. No estaba. Su Julieta se había ido, y yo, la otra, supe entonces dos cosas: que una Julieta ya no iba a volver y que no sería tan fácil decírselo

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