viernes, 31 de agosto de 2012
Ex tra.
Ya no te extraño.
Y ni siquiera sé cuál de todas las Julietas ya en vano está escribiendo esto.
Y ni siquiera sé cuál de todas las Julietas ya en vano está escribiendo esto.
Una tal Julieta.
–¿Dónde está Julieta?
–Acá.
–No, esta no es mi Julieta. Decile que la extraño.
La busqué. No estaba. Su Julieta se había ido, y yo, la otra, supe entonces dos cosas: que una Julieta ya no iba a volver y que no sería tan fácil decírselo.
–Acá.
–No, esta no es mi Julieta. Decile que la extraño.
La busqué. No estaba. Su Julieta se había ido, y yo, la otra, supe entonces dos cosas: que una Julieta ya no iba a volver y que no sería tan fácil decírselo.
jueves, 30 de agosto de 2012
Cinturón de seguridad.
—Supe que nunca la iba a dejar cuando me dí cuenta que no había posibilidad alguna de enamorarme realmente de ella.
Y en esa frase que dijo al pasar estaba todo el paradigma del amor en tiempos pos-modernos.
Y en esa frase que dijo al pasar estaba todo el paradigma del amor en tiempos pos-modernos.
Post ana.
Saberte imperfecta y entender que en un punto vos querías verme muerta, lejos de hacerme enojar, me hizo sentir aliviada.
Te perdono mamá.
Te perdono mamá.
miércoles, 22 de agosto de 2012
lunes, 20 de agosto de 2012
Despertadores.
Me levanté de la cama, te vi durmiendo al lado mío y me di cuenta que nunca había despertado.
martes, 14 de agosto de 2012
lunes, 6 de agosto de 2012
Julijú.
—Sólo me queda la tranquilidad de dejar de esperarlo: antes no podía dejar de hacerlo y ahora se convierte en una realidad.
Bajó del colectivo. Le temblaban las piernas. Y de repente la realidad se convirtió también en alivio.
Bajó del colectivo. Le temblaban las piernas. Y de repente la realidad se convirtió también en alivio.
Julijú.
En realidad nunca había hecho el duelo de tu pérdida. No hizo falta, acaso ella siempre te vio como algo ajeno, nunca fuiste verdaderamente de ella. Eran dos desconocidos que se habían querido por casualidad, o dos conocidos que se habían vuelto extraños.
Pero sí hubo duelo y este quizá fue el más triste de los duelos, porque no era contra vos ni contra tu ausencia. Ella lo sabía bien: vos estabas en un lugar secundario.
El duelo era contra ella misma. Era el duelo de dejar de esperarte.
Pero sí hubo duelo y este quizá fue el más triste de los duelos, porque no era contra vos ni contra tu ausencia. Ella lo sabía bien: vos estabas en un lugar secundario.
El duelo era contra ella misma. Era el duelo de dejar de esperarte.
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